¿Qué es la Dermatitis Atópica?
La dermatitis atópica, a menudo llamada eczema atópico, es mucho más que una simple resequedad. Es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, muy común en la infancia pero que puede persistir o debutar en la edad adulta. Su origen se debe a una alteración en la barrera cutánea, que la vuelve permeable y vulnerable a alérgenos y agentes irritantes, junto con una respuesta hiperactiva del sistema inmunológico.
No es contagiosa, pero sí es recurrente, con periodos de calma y brotes agudos. Como dermatóloga, mi objetivo principal es restaurar y proteger esa barrera cutánea, controlar la inflamación y la picazón, y darte las herramientas para manejar la condición eficazmente, mejorando drásticamente tu calidad de vida.

Síntomas Principales
Los síntomas de la dermatitis atópica pueden variar con la edad, pero comparten características clave que la definen:
- Piel Seca (Xerosis): Es la base de la enfermedad. La piel tiene una constante falta de hidratación y se siente áspera al tacto.
- Picazón Intensa (Prurito): Es el síntoma más debilitante. Es un picor severo que a menudo empeora por la noche, afectando el sueño y el ánimo.
- Eczemas o Lesiones Cutáneas: Durante los brotes, aparecen parches rojos, inflamados y mal definidos. Pueden presentar pequeñas vesículas, supurar o formar costras.
- Localización Característica: En bebés, afecta mejillas y zonas de extensión (codos, rodillas). En niños y adultos, tiende a aparecer en los pliegues: detrás de las rodillas, cara interna de los codos, cuello y manos.
- Engrosamiento de la Piel (Lignificación): Por el rascado crónico, la piel en las zonas afectadas puede volverse más gruesa, dura y de aspecto acartonado.
Posibles Tratamientos
El manejo de la dermatitis atópica se basa en un pilar fundamental: la constancia. No se trata solo de tratar los brotes, sino de cuidar la piel a diario para prevenirlos. El tratamiento es una escalera terapéutica que se adapta a la severidad de cada paciente. Comienza con una rutina de hidratación rigurosa y, según la necesidad, se asciende a tratamientos tópicos, fototerapia y, en los casos más severos, terapias sistémicas avanzadas. Mi rol es guiarte en cada escalón para mantener la enfermedad bajo control.
- Cuidado Diario y Reparación de la Barrera (La Base): Es el paso más crucial. Consiste en el uso diario y generoso de cremas emolientes e hidratantes específicas para piel atópica. Estas cremas reparan la barrera cutánea y reducen la frecuencia de los brotes. Se complementa con una higiene suave, usando limpiadores sin jabón (syndet).
- Tratamientos Tópicos para los Brotes: Cuando aparece un brote, necesitamos controlar la inflamación y la picazón. Para ello, utilizamos corticosteroides tópicos de diferente potencia o inhibidores de la calcineurina (como tacrolimus o pimecrolimus), que son excelentes opciones para áreas sensibles como la cara o los pliegues.
- Fototerapia: En casos moderados o extensos, la exposición controlada a luz ultravioleta B (UVB) en la clínica puede ser muy efectiva para reducir la inflamación de forma segura y disminuir la necesidad de otros tratamientos.
- Tratamientos Sistémicos y Biológicos (Para Casos Severos): Cuando los tratamientos anteriores no son suficientes, recurrimos a fármacos orales que modulan el sistema inmune (como la ciclosporina) o a las innovadoras terapias biológicas. Estos anticuerpos monoclonales actúan de forma muy específica sobre las moléculas que causan la inflamación, ofreciendo un control excepcional de la enfermedad con un alto perfil de seguridad.